Mis muy queridos estudiantes del Centro de estudios bíblicos Teshuvah:
Permítanme que, en el amor de Cristo Jesús, Señor nuestro, les dirija unas palabras de cálida acogida en este camino que vamos a comenzar juntos.
Pertenezco a una generación en este mundo hispano a la que le ha sido relativamente fácil anunciar el evangelio de gracia, perdón y transformación. A diferencia de lo que sufrieron nuestros predecesores no hemos visto nuestras existencias interferidas por las hogueras de la Inquisición, por la persecución oficial o por la intolerancia social. A decir verdad, no hemos sufrido encarcelamiento por manifestar nuestra fe, no han callado nuestra voz y hemos vivido un tiempo de relativa paz. Sin duda, tenemos que dar gracias a Dios por esas circunstancias, pero, a pesar de todo, no puedo dejar de formularme una serie de preguntas:
- ¿Por qué los distintos gobiernos se manifiestan tan lejanos a los principios cristianos que significarían la prosperidad de los pueblos?
- ¿Por qué la ideología de género ha ido ganando terreno a pasos agigantados en nuestras naciones?
- ¿Por qué la agenda globalista amenaza con convertirlas en protectorados sometidos sin soberanía ni independencia?
- ¿Por qué no hemos avanzado más en el anuncio del Reino de Dios?
Al formularme estas preguntas, no he podido dejar de decirme una y otra vez:
- Y nosotros ¿en qué hemos ocupado nuestro tiempo?
- ¿Cuáles han sido nuestros pensamientos mientras el mundo se transformaba alrededor de nosotros?
- ¿Contamos con un plan de presente y de futuro?
Movida por estas preocupaciones, hace 4 años atrás, sólo pude decirle a Dios en oración: “Heme aquí Señor, envíame a mi” y sólo a ti, Señor, sea toda gloria, reino y majestad.
Ciertamente, no sabía qué hacer en concreto, pero mi corazón ansiaba, igual que ahora, servir a Dios en Sus propósitos y a El me entregaba para que los convirtiera en reales en mi vida.
El 31 de octubre del 2017, día en que conmemorábamos los 500 años de la Reforma conocí al Dr. César Vidal. Fue en el curso de una conferencia que pronunció para la comunidad cristiana en Lima, Perú. Fue también en esa ocasión, cuando comprendí que, efectivamente, no habíamos llegado a integrar nuestra vida totalmente con las enseñanzas de la Biblia y, por añadidura, seguíamos, sin saberlo, identificados con conductas culturales que han generado durante siglos miseria, atraso y explotación, una miseria, un atraso y una explotación que han sido enormemente perniciosas, dañinas, destructivas y perjudiciales para nuestros pueblos.
Creo indispensable que reconozcamos que sufrimos la necesidad de una profunda reforma espiritual y que también seamos conscientes de que sólo lo lograremos si regresamos con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y toda nuestra mente a la Palabra de Dios.
- Es centrando nuestro pensamiento y nuestra actividad en ella como podremos ver un cambio esencial y positivo en los corazones.
- Es abriendo nuestro espíritu y nuestra vida a la Biblia como podremos contemplar la transformación de nuestras sociedades.
- Es educando a la gente en su conocimiento y en sus principios como el Centro de Estudios bíblicos Teshuvah, en el que ustedes acaban de entrar, tiene el compromiso de realizar su cometido.
Es ese Centro de Estudios bíblicos Teshuvah el que me permite ahora ponerme al servicio de ustedes y entregarme al privilegio de actuar al servicio de Dios en busca del engrandecimiento de Su reino.
Tengan por seguro que en este camino que vamos a recorrer juntos constituye para mi un verdadero honor y un innegable privilegio el poder servirles desde este lugar.
Mi oración más sentida y mi deseo más profundo es que el estudio, la meditación y el seguimiento de las Escrituras llenen nuestro corazón, nuestros pensamientos y nuestras acciones. Ahí, me tendrán siempre caminando a su lado, sirviéndolos y siendo una más en el sendero de seguimiento de Jesús, el Maestro divino.
Con amor fraterno,
Magaly Silva